CARACTERÍSTICAS DEL ANILLO NUPCIAL I

Las religiosas profesas perpetuas de nuestro instituto llevamos una alianza como signo de nuestra consagración exclusiva a Dios. Ofrecemos a la reflexión de nuestros lectores en las próximas ediciones, una homilía  predicada por nuestro fundador, con ocasión de votos perpetuos y primera profesión temporal de algunas hermanas nuestras.

 

 PADRE CARLOS M. BUELA, IVE

            Hoy estas Hermanas harán sus votos perpetuos que las convertirá en Esposas de Jesucristo. Los nuevos lazos entre la pareja de enamorados se representan a menudo con el intercambio de los anillos. Por eso, hoy aquí, tendrá lugar la entrega del anillo nupcial. La mística católica conoce varios casos de entrega de anillos entre la humanidad de Cristo y las almas que están en la unión transformativa, como Santa Catalina de Siena, Santa Teresa de Jesús, etc.

             El anillo nupcial representa el nuevo lazo que une a la religiosa con Jesucristo y tiene varias características que iremos señalando:

  1. Está en la mano.

 Está casi siempre visible a los ojos, como para que siempre se tenga presente el lazo que representa. Y en aquella parte del cuerpo humano que nos distingue de todos los animales, aún de los primates, de manera especial por el pulgar humano que tiene dos músculos flexores diferentes a los otros dedos y que lo colocan en posición enfrentada a los otros dedos y permiten asir objetos. Según Leibniz esa es una prueba de la existencia de Dios. Además, los 27 huesos de cada una de las manos, más los músculos flexores y extensores, junto a los tendones, le permiten a la mano humana realizar más de 700.000 movimientos. Es un miembro de gran complejidad y de gran delicadeza.

 El anillo en la mano de la religiosa debe recordarle siempre que es Esposa de Cristo, que eso debe inundarle toda su humanidad de mujer, lo cual es algo complejo y sumamente delicado.

 2. Fue hecho a medida.

 No fueron comprados al azar ni al por mayor. Fueron hechos a medida: para esta persona en concreto. Esto es símbolo y señal que, desde el momento que te comprometiste con tu Divino Esposo para siempre, están hechos a la medida el uno para el otro. Y Dios mismo aprobó y bendijo esa unión.

 3. Resulta extraño al principio.

             Como todo lo que es nuevo, les puede resultar un poco extraño y quizá hasta incómodo al inicio. Es normal. Ayer no lo tenías y hoy sí. Lo sentirás raro. Ya no eres sólo tú y tu vida. Son dos, y cada uno con sus peculiaridades.

No cabe duda de que en todos los matrimonios al inicio debe darse toda una fase de adaptación. Y este período debe estar dominado por la generosidad de ambos, que ciertamente, de parte de Jesucristo, no ha de faltar. La clave será saber ceder. La madurez les hará entender que si es verdad que hay cosas que pueden molestar, no es más que por ser situaciones nuevas. También los zapatos nuevos nos sacan cayos, y no por eso los tiramos, sino más bien nos acostumbramos. Nuestra piel forma un cayo como un mecanismo de defensa.

 4. Es real.

 En otras culturas y religiones, el rito matrimonial tiene también su simbología. La pareja se acerca lentamente a un río al cual arroja una flor y juntos contemplan como se va alejando. En algunos ritos tribales el simbolismo lo da el fuego: ante una enorme hoguera se prometen a veces en silencio el amor. Otros sueltan palomas al viento, esas aves que siempre han personificado la paz.

 Los aztecas celebraban el rito del matrimonio en su casa. Las mujeres de la familia hacían un nudo entrelazando las vestimentas de los novios. A partir de ese momento eran marido y mujer, y su primer acto como tales, era compartir un plato de tamales, dándoselos el uno al otro con su propia mano.

 En el matrimonio por la Iglesia Católica el símbolo es real. Está ahí, en sus manos, para siempre. Ni vuela ni se aleja ni se lo comen. Lo llevan consigo como un símbolo y una señal de que su matrimonio es tan real como el anillo que llevan puesto. No lo han arrojado al aire ni lo han quemado ni lo vieron alejarse románticamente en un río. Ahí está, recordándoles que están casados. No es una ilusión. “Mi realidad es ésta: estoy casado(a)”.

 Desgraciadamente algunas personas viven como si no estuvieran casadas. Como que no han aceptado su realidad.

 Cuando veas tu anillo y sientas en tu mano lo real que es, piensa que no es más que un reflejo de la realidad de tu matrimonio, y que ésa exige mucha coherencia. Tu realidad es  este hombre, Jesucristo, y estos hijos de Él. No hay de otra. Todo lo demás no sería más que sueños, o mejor dicho, pesadillas.

             Acepta tu realidad, que es tan contundente como tu anillo. Estás casada y no con cualquiera. Y si pones de tu parte lo que debes, lo estarás muy felizmente.

 5. Brilla.

 Esta característica es importantísima. Tu anillo brilla. Y ese destello tiene que ser para ti como un símbolo y una señal del orgullo que debes sentir de amar de verdad y con todo el corazón a alguien, y a alguien como Jesucristo. El amor se proyecta, se nos sale por los ojos, así como la desdicha nos los ensombrece y a veces humedece. El que ama, no posee nada, es un poseído. El que ama le pertenece a alguien. ¿No te sientes orgullosa de vivir planeando y buscando la felicidad de los demás? ¡Por supuesto que es para sentir un sano orgullo! De hecho te debe llenar hasta rebosar, el vivir para los demás.

 A ti te debe realizar el vivir para tu Esposo, y para toda la Familia de Dios. Orgullo de vivir queriendo hacerlos felices. Satisfacción por tanto, de vivir para alguien, buscando de serle agradable a sus ojos.

 6. Es de metal precioso.

 Los anillos suelen ser de oro o de plata, ambos metales preciosos. Esto no es más que el símbolo y la señal de lo precioso que es tu matrimonio. Muchos hombres y mujeres no caen en la cuenta de que el matrimonio es la empresa de su vida. Es importante hacer dinero, ser útil a la sociedad, destacar en algún deporte, componer un grupo de amigos. Pero el matrimonio, sin duda alguna, es la empresa de tu vida. Fracasar en esto es como perderlo todo. Es la empresa de tu vida, y te lo recuerda tu Esposo y te lo gritan sus hijos cuando reclaman tu amor.

 Tu matrimonio es tan precioso como el metal con que ha sido hecho el anillo que llevarás en el dedo. Y por eso exige superiores cuidados y atenciones.

7. Es de material resistente.

 El anillo es resistente. Está hecho con metal duro. Símbolo y señal del material con que debe ser moldeado el matrimonio.

 Es frecuente encontrarse con gente que dice: – “No pude más”– aseguran –“era humanamente imposible”.

 En el fondo quizá lo que ocurrió es que estamos acostumbrados a muchas telenovelas o historias de amor en donde todo sale bien o por lo menos como a nosotros nos gusta, y todo es bonito. En el matrimonio no sucede esto. La vida es difícil. Los años pasan. Las personas cambian. El tiempo va cobrando su tributo de desgaste. Si el matrimonio no es tan duro, tan firme como el anillo que llevarás puesto, bastará el más mínimo pretexto para que todo –una familia, años de amor, de entrega y también de lucha, estabilidad de los hijos– se venga abajo.

 Lo que externamente vemos en muchas parejas son sonrisas, besos y caricias, detalles, palabras, compañía, alegrías compartidas. Pero esto no es más que la decoración de un amor férreo, convencido, que va por dentro.

 De nada les servirá en el futuro escudarse en su psicología, su debilidad, su edad y en los muchos sufrimientos. Cuando un matrimonio fracasa, lo que faltó fue solidez, convicción, dureza, concreto y hormigón. La falta de amor, en el sentido estricto de la palabra, fue haciendo cada vez más débil el vínculo.

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Comentarios: 2
  • #1

    Ivfr (martes, 20 diciembre 2022 07:17)

    Tu discurso es una humillación para las mujeres y ese "amor" que llamas.

    Una secta enferma llena de odio hacia uno mismo, culpa y manipulación

  • #2

    Mar (jueves, 13 abril 2023 18:55)

    Gracias, con todo esto lo que entiendo es que Dios es el amor supremo, y poniéndolo en el centro, todo se cura, sana, perdona, restablece y nos hace dar la mejor versión de nosotros mismos.

    He podido experimentar que Dios le ha cambiado el corazón a mi marido, y a mi también. A exigir menos y esperar del todopoderoso, y efectivamente Dios, que todo lo puede, nos regala de su amor y se manifiesta así en nuestro matrimonio. En la enfermedad, en los momentos tensos económicos y en las crisis, Dios nos ha regalado llegar a entendernos , y amarnos, aunque reconozco que con sufrimiento, puesto que es aceptar la cruz cuando lo que uno quiere hacer es huir.

    Gracias Dios mío por dejarme saborear las mieles de tu amor.