Nuestro convento pertenece al pueblo de L'Olleria, un municipio de la Comunidad Valenciana, a unos 85 km de la ciudad de Valencia, que forma parte de la comarca del Valle de Albaida, lugar del que surgieron numerosos mártires durante la persecución religiosa de 1936.

 

A continuación describimos brevemente las vidas de algunos de ellos, como ejemplo que nos ayuda a renovar nuestra fe cristiana y vivir nuestra relación con Dios formando parte de  Su Iglesia.

1) "¡Almas...! ¡Señor, almas que os conozcan, os amen y se salven!". Éstos fueron los anhelos del Beato José Aparicio Sanz, Arcipreste de Enguera, quien coronó su vida apostólica con el martirio el 29 de diciembre de 1936.  Dejó huellas de algo no natural en todos los campos, aspectos y matices del apostolado: catequesis de niños y adultos, caridad con los pobres, ancianos y enfermos, dirección de las almas y fomento por las vocaciones de todo orden.  La mayoría de los hombres y mujeres que han dado testimonio de la vida de José Aparicio, coinciden en el calificativo de "santo", aún sin tener en cuenta el martirio final.  Al llegar al lugar del martirio todos los iban con él, se arrodillaron, les dio la absolución y la bendición papal y al grito de: "¡VIVA CRISTO REY!", sus cuerpos cayeron acribillados y sus almas subieron al cielo.

El beato José Aparicio Sanz, encabezó el grupo de los Mártires beatificados por San Juan Pablo II el 11 de marzo del 2001.

2.) Carlos Díaz Gandía, entregó su vida por Cristo, siendo presidente de la Acción Católica en Onteniente (Valencia).

Hombre de fe profunda y comprometido activamente en el apostolado. Siempre trató de impregnar del espíritu del Evangelio las realidades temporales en que vivía: como esposo, padre de familia y trabajador. Era miembro de la Adoración Nocturna, durante la cual el 24 de julio junto con otros miembros de su turno, ofreció su vida por la salvación de la España católica.

En la madrugada del día 11 de agosto, conducidos en vehículo hasta donde se inicia una bajada en dirección a Albaida, les hicieron descender y les dispararon varios tiros de escopeta y pistola y según manifestaron los mismos que le dispararon, Carlos Díaz sacó una estampa de la Virgen y se la puso en la frente, llevando la estampa a la herida.

 

3)  “¡Qué gran don si fuese elegido mártir!” Estas palabras solía repetir y escribir en sus cartas durante la persecución religiosa de 1936

D. Enrique Juan Requena y Dios coronó su vida colmando sus anhelos con la palma del martirio.

 

Sintiéndose llamado al sacerdocio, ingresó en el Colegio de Vocaciones Eclesiásticas.  Recibió el Presbiterado en 1930 siendo nombrado a principios de 1931 coadjutor de la localidad de Enguera, donde dejó huellas profundas de su apostolado.  Su hermana escribe sobre este tiempo: “... seis años ejerció su ministerio sacerdotal, su gran virtud era no ser servido, sino servir.  Muy madrugados, a la mañana se sentaba a confesar y a prestar servicio en la parroquia.  Él y el párroco daban catecismo; era además consiliario de la Acción Católica y su gran ilusión era estar con el Señor Sacramentado”.  El 11 de octubre de 1936 fue detenido por unos milicianos y permaneció en la cárcel modelo hasta el 29 de diciembre, día en el que fue fusilado en Paterna junto al párroco, al grito de ¡Viva Cristo Rey!

 

 

 

4). El 13 de octubre de 1896 vio la luz en la ciudad de Onteniente José María Segura Penadés.  Desde niño manifestó su inclinación al sacerdocio e ingresó en el Colegio de Vocaciones Eclesiásticas de San José, de Valencia, ordenándose  presbítero en 1921.  La obra principal, en la que volcó todos sus esfuerzos e ilusiones y a la que sacrificó incluso sus bienes patrimoniales, fue el Patronato Obrero del Sagrado Corazón.  En este Patronato se daban clases nocturnas a los jóvenes.

 

Sencillo, inteligente y sobrio; con una vida interior que irradiaba bondad, mansedumbre y fe.  Estallada la revolución, don José Mª Segura permaneció en su casa hasta principios de septiembre de 1936, en que, con ocasión de unas marchas a Játiva, fue detenido por unos milicianos y el 11 de septiembre fue asesinado en el término municipal de Genovés. 

 

 

5). Beato Antonio Silvestre Moya, presbítero y mártir.  Este sacerdote valenciano nació en L’Olleria el 26 de octubre de 1892.  Iniciada la guerra española en julio de 1936, su templo fue incendiado en los primeros días de agosto y el párroco hubo de pasar a la clandestinidad, pero no por eso dejó de visitar y administrar los sacramentos a los enfermos, celebrando la misa en su casa.  El 7 de agosto bajó el sagrario a una dependencia de la planta baja e hizo ante él la consagración al Corazón de Jesús ofreciendo su vida.  Al anochecer, llegaron unos milicianos y pese a la resistencia de la familia, se lo llevaron aquella madrugada al puerto de Cárcer y allí le dispararon varios tiros.  Arrastrándose, llegó a Llosa de Ranes, donde lo curaron, pero a la mañana siguiente los milicianos volvieron.  Al introducirlo en el coche, él hizo la señal de la cruz y dijo que perdonaba a todos.  Luego lo llevaron a El Saler y allí lo mataron.

 

 

 

6). Beato Pascual Penádes Jornet, Regente de Bélgida (Valencia).  Nació este ejemplar sacerdote en Montaverner, el día 3 de enero de 1894.  Fue detenido en la noche del 15 de septiembre y llevado al Comité local de Bélgida, donde después de un simulacro de juicio, fue condenado a muerte por ser sacerdote y sin dilación a las dos de esa madrugada, fue muerto de dos tiros en la nuca, en el puerto de Cárcer, en el llamado “Puente de los Perros”, término municipal de Llosa de Ranes (Valencia).

 

La variada e intensa vida de apostolado que su ministerio revela es elocuente prueba de sus virtudes sacerdotales.  Pero al hecho real se añaden los testimonios enardecidos de la mayoría de los fieles de las muchas Parroquias que regentó, coincidentes todos en la veneración por tan santo sacerdote.  El remate de este reconocimiento unánime es la frase de un sacerdote compañero, que le conocía íntimamente: “Don Pascual era todo un apóstol: su vida santa no tenía otro fin que el martirio, era un elegido por Dios”.  Destacaba en su actuación pastoral por su humildad, por su vida austera y pobre.  Era de trato sencillo y agradable; cariñoso con sus feligreses y celoso de la suerte de sus almas.  Llevaba a cabo un apostolado eficaz y de gran atractivo para el pueblo.  Su generosidad con los necesitados fue la característica de su vida.

 

 

 

 

 

7). Beata Crescencia Valls Espí.  Martirizada junto con sus tres hermanas.  Nació en Onteniente el 9 de junio de 1863.  Mujer de mucha vida interior, especialmente devota del Sagrado Corazón de Jesús y de la Virgen, su nota característica fue servir siempre a la Iglesia.  Trabajó activamente en la catequesis parroquial y en la escuela dominical. Gozaba de muy buena reputación entre los católicos de su pueblo, sobre todo, entre los pobres de otras ideologías, porque hacía el bien a todos sin mirar a quién.  Realizó numerosas obras de caridad, pidiendo dinero a las familias más acomodadas para ayudar económicamente a las más necesitadas.  Fue detenida en el Puerto de L’Olleria el 26 de septiembre de 1936 y asesinada en la madrugada del día siguiente con un tiro a la nuca en el puerto de Canals, junto con sus tres hermanas, a la edad de 73 años.  El Ayuntamiento de Onteniente, en sesión celebrada el 20 de marzo de 1958, acordó nombrar hijas predilectas de la ciudad a las mártires Crescencia Valls Espí y a Encarnación Gil Valls.

 

 

 

8). Manuel Torró.  En su última Vigilia que hizo antes de empezar la revolución, ocurrió lo siguiente: un alguacil enviado por el alcalde se presentó pidiendo la lista de todos los adoradores.  Manuel como presidente, fue a notificarlo a todos diciendo: “sé que esta lista puede ser la de futuros mártires, si alguien no se atreve a dar el nombre que lo diga”.  Todos los de la lista, incluidas las mujeres, fueron asesinados; él esa misma noche, durante la Adoración Nocturna, ofreció su vida al Señor en defensa de la fe.

 

Nació en Onteniente el 2 de julio de 1902 y fue bautizado en la parroquia de San Carlos.  En Valencia hizo la carrera de Perito Aparejador, demostrando desde entonces su fervoroso espíritu religioso.  A los 24 años contrajo matrimonio con Rosario Romero Almenar, tuvo un hijo que murió a las pocas horas de nacer.

 

Fue asesinado en el término de Benisoda (Valencia) y enterrado en dicho cementerio en fosa común junto con otros vecinos de Onteniente, entre los que se encontraba el beato Vicente Galbis Gironés.  Sus venerables restos descansan en el templo parroquial de San Carlos de Onteniente donde reciben veneración y culto.

 

 

 

9).  Encarnación Gil Valls. Nació el 27 de enero de 1888 en Onteniente.  Sus padres le dieron una esmerada educación cristiana.  Huérfana por la muerte de sus padres, quiso ingresar en Religión, pero Dios quiso que quedara en el mundo, para consagrarse al servicio de su hermano Gaspar, sacerdote, que fue coadjutor de Ontinyent.  Conociendo la importancia de la educación cristiana en la niñez trabajó intensamente en la enseñanza del Catecismo a los niños, siendo, junto con su hermano sacerdote, también mártir, una de las fundadoras del Patronato de la Niñez en la Parroquia de San Carlos de Ontinyent.  Fue además Maestra Directora de la Escuela Nocturna Femenina del Patronato para la Juventud Obrera, distinguiéndose por su caridad hacia las jóvenes trabajadoras y por su interés en formarlas en la religión.

 

El día 24 de septiembre del año 1936, a las nueve de la noche, fue asesinada junto con su hermano sacerdote, en el Puerto de Ollería.  Sus restos mortales fueron trasladados el 20 de abril de 1958 a la parroquia de San Carlos de Onteniente.  El Ayuntamiento de su ciudad, acordó nombrar hijas predilectas de la ciudad a las mártires Mª Encarnación Gil Valls y a Crescencia Valls Espí.

 

 

 

10). Vicente Galbis Gironés.  Nació en Ontinyent el día 9 de Septiembre de 1910.  En el año 1933 se recibió de abogado y contrajo matrimonio con Mª Desamparados Bonastre Oltra, de quien tuvo un hijo llamado Vicente.  Fue miembro de la naciente Juventud de Acción Católica en la comisión directiva, de la cual desempeñó con gran celo el cargo de Bibliotecario además de ser un socio activo de las Conferencias de San Vicente de Paúl y miembro de la Adoración Nocturna y del Apostolado de la Oración.  En cierta ocasión en que realizaba un viaje de Ontinyent a Valencia, un insolente viajero se permitió pronunciar ciertas palabras ofensivas contra la Religión, diciendo, entre otras cosas, que había que matarlos y hacerlos desaparecer, a lo que nuestro joven respondió con gran dignidad: “si así es pueden comenzar por mí, puesto que tengo como mi mayor honra el ser católico”.

 

En 1936, le propusieron los perseguidores, seguramente con ánimo de captarle, que abandonase su actitud y harían de él su abogado, ofreciéndole cuantiosa remuneración.  Su contestación, no se hizo esperar: “No podré ser nunca abogado de gentes que profanan imágenes y desvalijan templos”.  Como consecuencia de su conducta y actuación anteriores, fue objeto de persecución.  En la madrugada del 21 de septiembre fue detenido en su casa y trasladado a la cárcel, donde permaneció dos horas.  De allí fue llevado junto con otros seis jóvenes, hasta el término de Benisoda, donde todos recibieron la corona del martirio.  Según consta por varios testigos, durante el trayecto que media de la cárcel al lugar del martirio, fue rezando el Santo Rosario en voz alta con otros jóvenes que le acompañaban, entonando, en los últimos momentos, una Salve que fue rubricada por todos con el último grito de: “¡Viva Cristo Rey!”.  Sus restos descansan en la Parroquia de San Carlos, en Onteniente.

 

 

 

11). Teresa Ferragut.  Martirizada a los 83 años junto con sus cuatro hijas, religiosas de clausura.  Nació en Algemesí (Valencia) el 14 de enero de 1853, la educación que recibió de sus cristianos padres se manifestó durante toda su vida, siendo modelo en todo.  A los 19 años contrajo matrimonio con Vicente Masiá Ferragud, de cuyo matrimonio nacieron nueve hijos (de los cuales 6 religiosos).  Su vida de piedad era muy intensa. Diariamente recibía al Señor en la Sagrada Eucaristía.  Rezaba diariamente las tres partes del Rosario.  Procuraba templar anualmente su alma con los Ejercicios Espirituales, fortaleciendo así su carácter, que la hizo ejemplar de la mujer fuerte de la Sagrada Escritura.  Cuando ocurrió su muerte, era presidenta de las Conferencias de San Vicente de Paúl y así mismo pertenecía al Apostolado de la Oración, Adoración Nocturna de Señoras en el Hogar, Propagación de la Fe, Archicofradía de Hijas de María y Santa Teresa de Jesús, Felicitación Sabatina, Buena Prensa y Doctrina Cristiana.

 

Al estallar la persecución fue detenida en compañía de sus cuatro hijas religiosas, que se habían refugiado en su casa.  Estuvieron seis días encerradas en la cárcel establecida por los milicianos en el Monasterio de Fons Salutis.  El día de Cristo Rey, 25 de octubre de 1936, como una valerosa madre de los Macabeos, animó a sus hijas en la hora suprema del martirio con estas palabras: “Hijas mías, no temáis, esto es un momento y el cielo es para siempre”.  Cuando los milicianos subieron en el coche a sus cuatro hijas para asesinarla, le dijeron a la anciana madre: “Usted no”, pero ella contestó: “Donde van mis hijas, voy yo”.  Delante de ella fueron cayendo una a una sus cuatro hijas religiosas y al terminar de asesinarlas, le dijeron los milicianos: “Oye vieja, ¿tú no tienes miedo a la muerte?”. Pero ella contestó: “Toda mi vida he querido hacer algo por Jesucristo y ahora ¿me voy a volver atrás?  Matadme por el mismo motivo que ellas, por ser cristianas”.  Así la madre murió junto con sus hijas.  Sus restos descansan en la Parroquia San Pío X, de Algemesí.

 

 

 

12) Rafael Alonso Gutiérrez. Afirma su esposa: “Mi marido junto con Carlos Díaz y alguno más, ofrecieron en la Vigilia de la Adoración nocturna del 24 de julio, su vida por la salvación de España”.  Rafael nació el 14 de junio de 1890 en la ciudad de Onteniente.  A la edad de veinticuatro años, contrajo matrimonio con Adelaida Ruiz Cañada, con quien tuvo 6 hijos.  Ejerció su trabajo como Administrador de Correos.  Hombre profundamente religioso, se dedicó al apostolado organizado siendo miembro de varias asociaciones laicales como la Adoración nocturna, Asociación del Sagrado Corazón de Jesús, Terciario Franciscano, Escuela de Cristo y Asesor de los Jóvenes de Acción Católica.  Fue secretario de la Legión Católica.  Fue presidente de los Hombres de Acción Católica y de la Junta parroquial, colaboró en estrecha relación con el arcipreste de Onteniente en la catequesis parroquial.

 

Por la intensa actividad apostólica que realizaba era considerado por los enemigos de la Iglesia como el principal católico de la ciudad.  Por lo que fue detenido el 4 de agosto de 1936.  Declara su hija: se despidió de nosotros, diciendo a mi madre que probablemente él no volvería, que nos educara en el temor de Dios y en el amor a la Patria y que no confiara en nadie más que en Dios y en sus fuerzas y que lo demás, Dios lo haría.  Nos abrazó a todos y se marchó”.

 

La noche del 11 de agosto sacaron de la prisión a Rafael Alonso Gutiérrez, a Carlos Díaz Gandía y a José María García Marcos.  A los tres los asesinaron con disparos de arma de fuego en el término municipal de Agullent, población cercana a Onteniente.  En el momento de la descarga, Carlos Díaz se adelantó y cubrió a Rafael Alonso, por lo que éste no murió en el acto sino que quedó agonizando; al recobrar el conocimiento pidió ayuda a alguien que pasaba por allí y personas de Agullent lo trasladaron al pueblo donde fue atendido por un sacerdote y un médico; y habiendo llegado su esposa y sus hijas les pidió perdonaran a sus asesinos y alrededor de las tres de la tarde murió bendiciendo a Dios.  Sus venerables restos descansan en la Parroquia de Santa María de Onteniente.

 

 

 

13). Ricardo Plá Espí: “¿Madre, usted no me ha criado para el cielo?”, preguntaba a su madre minutos antes de dar su vida por Cristo y respondía: “pues ésta es la hora, no merecía yo tanto”.  Al golpear los milicianos a su puerta daba la bendición a sus padres y hermana y tomando el último consejo de su madre: “hijo mío mucho valor para sufrir, pero mucho más amor para perdonar”, se entregaba: “el sacerdote soy yo...” y al dar la vuelta por la calle de la Catedral de Toledo, caía acribillado por las balas.

 

Ricardo nació el 12 de diciembre de 1898 en el pueblo de Agullent, en el Valle de Albaida.  A los 5 años acudía a la parroquia del pueblo como monaguillo, su abuela tenía mucha amistad con la familia de Don Enrique Reig y Casanova (futuro cardenal Primado de Toledo) y subía con su nieto a oír Misa a la ermita de San Vicente Ferrer.  Cuando tenía 9 años le manifestó su vocación: “Don Enrique yo quiero ser sacerdote como usted” y luego de pedir permiso a sus padres, marchó al Colegio de San José de Valencia.  En 1915 lo envían a estudiar a la universidad Gregoriana de Roma donde recibe el Doctorado en Filosofía.  El 19 de marzo de 1922 recibe el sacerdocio de manos del Cardenal Merry del Val.  Al volver a Agullent, es nombrado secretario particular del arzobispo Don Enrique Reig y parte con él a Toledo, cuando éste es nombrado Cardenal Primado en 1923.

 

A la muerte del Cardenal Reig, en 1927, es cuando se dedica de lleno a la predicación de la palabra: es profesor del Seminario y consiliario de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas.  Es nombrado director de los jueves Eucarísticos y ayuda en la Parroquia de los Santos Justo y Pastor.  Su predicación no se apagó en tiempos de persecución, al contrario, fue mayor su valentía en proclamar el Evangelio.  Él decía: “.... nada tan envidiable como la condición de aquellos que, puestos los ojos en su verdadera patria y lugar de destino... vivieron en este siglo sobria y justa y píamente, es decir, que se ocuparon tan sólo de los negocios del cielo.  Y es que tenían para sí que si vivían, era para Cristo y si les sobrevenía la muerte, era ésta un medio eficacísimo y valioso para ir a Cristo y consumar con Él, la unión estrechísima en la bienaventuranza de la gloria”.

 

El día 30 de Julio, fue asesinado a la edad de 37 años.  El Cardenal Gomá elogiará a este sacerdote en 1939 con estas palabras: “se destacó por su fe intrépida mientras vivió, por su constancia, en la confesión de Jesucristo en medio de las contradicciones de la impiedad, por su espíritu de apostolado, que le llevó a trabajar denodadamente en la iluminación del pensamiento de sus hermanos... quien sembró a boleo la palabra de Dios en el territorio de nuestra Diócesis”.

 

 

 

14). Juan Bautista Ferreres Boluda. Nació en Ollería (Valencia) el 27 de noviembre de 1861 y entró en la Compañía de Jesús en 1888.  Desde 1894 hasta 1899, se desempeñó en la docencia en Colegios de Segunda Enseñanza en Zaragoza y Orihuela.  En 1900 fue profesor en el Colegio Máximo (Tortosa-Sarriá), donde entregó la mayor parte de su vida (32 años) a la formación de sacerdotes en Moral y Derecho Canónico. Publicó varias obras que no fueron textos únicamente en las facultades eclesiásticas sino también en las Universidades Civiles Españolas.  Tomó parte en la codificación del Código canónico trabajando con el Cardenal Gasparri.

 

Al estallar la persecución estando él en su pueblo natal, el 29 de Agosto de 1936, fue arrestado y trasladado a Valencia al penal de San Miguel de los Reyes. En la víspera de la Inmaculada sufrió un ataque de hemiplejia. El tiempo que transcurrió en la cárcel lo dedicaba a rezar y a atender las consultas que le hacían.  Sus compañeros decían que siempre lo encontraban rezando y uno de los rezos en que más se le veía era el del Rosario.  El 29 de Diciembre, luego de haber confesado y comulgado, llegó la hora de la muerte, repetía jaculatorias y sus últimas palabras fueron: “In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum”.

En el prefacio de la Positio super Martyrio se indica que “el caso del padre Juan Bautista Ferreres Boluda, S.I. merece una consideración especial.  Si bien él no fue asesinado directamente por sus carceleros o perseguidores, es claro que fue arrestado “in odium fidei” y que murió a causa de los malos tratos recibidos por haber sido fiel a Cristoy a la Iglesia hasta el final.  Esto justifica que sea declarado mártir de la Iglesia”.  Sus restos descansan en el Panteón de la Compañía de Jesús.